Por: Agustín Oyarzún Velásquez, Profesor de Lenguaje y Comunicación /Investigador Paranormal – IG @paranormal_austral
Agosto se considera el mes de los gatos, esto debido a que, básicamente, esta época es propicia para su período reproductivo: se muestran más activos, con más apetito y con más ganas de salir – y de pelear en los techos –. Quien tenga o haya tenido un minino entenderá lo que puede llegar a significar este mes.
En el antiguo Egipto eran sumamente apreciados, respetados y venerados, su condición era prácticamente sagrada y matar a uno era considerado un crimen. Al parecer, fueron ellos quienes de forma indirecta crearon el mito de que un gato tiene siete vidas – aunque inicialmente se determinó que eran nueve –. Esto deviene de la idea de la reencarnación, ya que los egipcios creían que este felino tenía la capacidad de hacerlo, al igual que nosotros. Al finalizar su sexta vida, en la séptima renacería como un humano. Otra versión señala que el dios Ra se unió a otras ocho deidades, formando una sola entidad, la cual adoptó forma de gato para viajar al inframundo, y se dotó de nueve vidas – una por cada dios –. De esta manera, se crea la idea de que poseen nueve vidas. Sin embargo, es altamente probable que esta creencia tenga más relación con las extraordinarias habilidades que poseen, que con algo divino.
Llegados a la Edad Media y con el creciente temor a la brujería, su status dio un giro radical, sobre todo para aquellos felinos de pelaje oscuro. Se cree que todo comenzó en Inglaterra, cuando en 1560 – aproximadamente – un padre y su hijo se cruzaron con un gato negro en la noche. Comenzaron a lanzarle piedras para que se alejara, y este huyó hacia la casa de una mujer de la cual se sospechaba que realizaba prácticas brujeriles. A la mañana siguiente, se cuenta, la dueña de casa apareció con magulladuras y cojeando, por lo que, uniendo el suceso de la noche anterior con este, se determinó que ella era ese gato negro, y que tenía la capacidad de transformarse en animal; en resumidas cuentas, esta fue una “prueba” que demostraba que ella era una bruja. De ahí en más, este tipo de felinos comenzó a asociarse con la brujería, e incluso, a cazarse y exterminarse. El Papa Gregorio IX los declaró “criaturas diabólicas”, en siglo XIII; posteriormente, Inocencio VIII los condenaría por ser una “encarnación del mal”, y se ordenaría su sacrificio junto con cualquier mujer soltera que lo tuviera, ya que esto era “indicio de brujería”. Se dice que debido a estas condenas públicas la población de gatos disminuyó considerablemente, lo que habría influido – no es un dato fiable en todo caso – en la propagación de la peste negra por medio de las ratas en toda Europa.
Por aquel entonces, se creía que los mininos eran una representación del diablo, que poseían ciertas habilidades mágicas y por ello las brujas los preferían. Hasta nuestros días persiste la creencia de que, si se cruza un gato negro en nuestro camino, es indicio de mala suerte, a no ser que este vuelva sobre sus pasos, anulando la maldición. Cosas de la Edad Media. Ningún animal puede ni será portador de mala suerte, mucho menos por su color.
Durante años se ha asegurado que son capaces de anticiparse a ciertos eventos – sin contar aquellos donde intervienen sus evolucionados sentidos, como en los terremotos – tales como la muerte o sucesos trágicos similares. Para muestra un botón: el gato Oscar fue adoptado en el año 2005 para un programa especial de terapia con animales, por los médicos del Steere House de Providence, Rhode Island. Con el pasar de los meses se dieron cuenta de que Oscar solía visitar a los enfermos que estaban por fallecer: ingresaba a las habitaciones, se subía a la cama, olfateaba al paciente y se quedaba con él. Se cree que llegó a predecir más de cien muertes desde su llegada al recinto hospitalario; un dato no menor que debo señalar, es que después del fallecimiento veinticinco, los médicos comenzaron a llamar inmediatamente a los familiares de los residentes cuando veían a Oscar ingresar a una habitación. La explicación lógica señala que este debe tener el olfato altamente desarrollado, lo que le permite detectar algún tipo de olor en específico que lo atrae a quienes están a punto de dejar este mundo, más que ser una especie de “ángel de la muerte”, muy preciso por lo demás.
De seguro muchas veces nos hemos sorprendido o asustado cuando se quedan completamente estáticos viendo hacia un lugar determinado, a un punto fijo. ¿Son capaces de ver fantasmas? No lo sabemos, ni siquiera estamos seguros de si existen los fantasmas como tal o son algún otro tipo de manifestación; así también, tampoco estamos seguros de qué cosas sí son capaces de percibir y que el ojo humano no es capaz de ver, y que no es medible con tecnología. Existen teorías que se aventuran a señalar que los gatos son capaces de ver espectros, fantasmas o entidades afines, y que se ocuparían de mantenerlos alejados de sus humanos, actuando como guardianes.
En relación con lo expuesto anteriormente, también se cree que son capaces de absorber energías negativas y transformarlas – para demostrar este punto, se señala que cuando alguien está estresado o enfermo los mininos se acercan a las personas y se recuestan cerca o encima, lo que de algún modo reconforta a la persona – así como también serían capaces de detectar las malas energías en las personas. De este modo, se piensa que cuando un gato enferma repentinamente, podría deberse a malas vibras en el ambiente que “no es capaz de procesar”, ya que serían muy fuertes; del mismo modo, cuando insisten en dormir o pasar mucho tiempo en ciertos sectores, estarían absorbiendo toda la carga negativa de ese lugar. Sin ir muy lejos, se señala que su ronroneo les ayudaría a curarse de ciertas lesiones y que también sería útil en los seres humanos, incluso, que el solo hecho de acariciarlos serviría como terapia, y esto lo avalan estudios científicos.
Sin duda hay muchas cosas que se dicen respecto a los gatos, y no cabe duda que son misteriosos, bien lo dijo H.P. Lovecraft en su cuento Los gatos de Ulthar, “el gato es críptico, y cercano a aquellas cosas extrañas que el hombre no puede ver”.