Aires de la Patagonia: Un renacer en las sedas

Una historia de superación! 

Son las 3 de la mañana, y el sonido de la música se escucha suavemente junto a una estufa de leña, mientras Patricia Ahumada termina de pintar los paños de seda natural que pronto dejará secar al exterior, con los «aires de la Patagonia».

«Para mí es el mejor momento para secar la seda, al aire libre y protegida de los rayos del sol», asegura mientras muestra la gran mesa blanca en la que trabaja, algo que contrasta con los tonos amarillos, azules y naranjas de los diseños que cuelgan a su espalda.

No tiñe las telas, como muchos podrían pensar, sino que humedece cada una de estas piezas, en su mayoría cosidas a mano, y las colorea con un pincel o brocha en su pequeño taller, al que llama su rincón patagónico.

La seda es conocida por ser de origen proteico, hipoalergénica, termorreguladora y sobre todo por ser suave y amable. Este material ha sido elegido por Patricia para desarrollar sus originales accesorios y prendas donde cada una es diferente a la anterior. Este verano su colección se llama «amor divino» y consta de una paleta de colores pastel, con la presencia del rosa, «para mí el rosa define el amor, por su energía, y cuando pinto soy consciente de darles un lenguaje. Por eso mis diseños son luminosos y vibran con la gente», dice.

El momento de pintar cada pañuelo, bufanda o metro de tela es siempre una nueva creación. Comienza separando los colores y buscando los afines, para luego darles oxígeno con el blanco utilizando diversas técnicas como los shibories o degradados como la acuarela. «En la universidad me decían: Paty tiene una forma personal de comunicar e interpretar los colores», cuenta, mientras sostiene un pañuelo con detalles en blanco, color con el que intenta transmitir frescura, ligereza y pureza. «Para mí, el color es un lenguaje con el que me comunico y aspiro a proporcionar a quien lo lleva sensaciones y emociones positivas de alta frecuencia».

Diseñadora textil y licenciada en Diseño de la Universidad de Valparaíso, Patricia trabajó como jefa de diseño en Manufacturas Sumar (planta de poliéster), Colowall Diseño durante casi 5 años y luego realizó un Máster en administración de empresas y marketing impartido por la Universidad de Madrid a través de IEDE Business School Chile en Providencia, Santiago.

Sin embargo, su vida profesional se vio truncada tras sufrir un accidente cerebrovascular en 2010 que, tras 4 años de tratamiento y rehabilitación, y ahora gracias a la seda, se ha convertido en una nueva y mejorada forma de sentirse realizada e incluida en el mundo actual.

«Al principio estaba muda y en silla de ruedas. El equipo médico dijo que ya no podía trabajar», recuerda. Intentaron convencerla de que nunca volvería a ser ejecutiva, algo que le costó aceptar, al punto que tardó cuatro años en aceptar la credencial de discapacidad.

Increíblemente, hoy Patricia es una mujer enérgica, llena de alegría, que habla con pasión de sus sedas y ve las cosas de otra manera. Cree que el accidente la ha humanizado, «siento que he abierto los ojos. Ahora disfruto de la vida. La belleza de las cosas me hace feliz».

Y es precisamente esa felicidad la que quiere transmitir a quienes llevan sus prendas. «Quiero que la mujer que se ponga un traje gris o negro para trabajar con uno de mis pañuelos, bufandas o accesorios de seda natural se sienta guapa, valorada y segura. Quiero que mis clientas vivan en color con mis colecciones, que con diseños irrepetibles aspiran a dar energía y luz a la mujer de hoy».