Por: Milagros Rojas – IG @prof.milagrosrojas
En épocas como estás en las que se nos cruza una y otra vez la incertidumbre, es difícil saber si vamos por el camino «correcto». Sentimos que las cosas no marchan como quisiéramos o las percibimos como inadecuadas. Pensamos que deberíamos estar haciendo o viviendo algo diferente y escuchamos de los demás ideas que parecieran ser buenas, pero no terminan de convencernos. Tener pensamientos como éstos posiblemente sea un indicio de que estamos necesitando un cambio.
Naturalmente nos resistimos al cambio
Los seres humanos por naturaleza «estamos diseñados para sobrevivir, no para ser felices» (1) En esa sobrevivencia nos esmeramos en la construcción de un espacio seguro preparándonos lo mejor posible y lograr así un buen empleo. Nos rodeamos de los mejores amigos y amigas de donde posiblemente surgirá una relación que nos acompañará aumentando «nuestra seguridad». Seguimos creciendo y al tener una familia nuestro afán por conseguir la tan ansiada estabilidad tendrá un motivo para reforzarse y nos dedicamos a ahorrar para poder adquirir la casa soñada.
Todo lo que hemos mencionado no está mal. Sin embargo, transcurrido un tiempo es posible que algo de lo que hemos logrado tenga que ser modificado. Salir de la zona de confort aterroriza, es por ello que muchos nos mantenemos en alguna de estas zonas a pesar de no sentirnos totalmente satisfechos. Nos resistimos a cambiar.
Superar nuestros miedos nos permite avanzar.
Los malestares que sentimos en un empleo, en una relación o en un espacio se convierten en una invitación para iniciar un trabajo personal.
Abandonar lo que nos perturba sin conocer la causa real de nuestra inconformidad posiblemente nos llevará a repetir el malestar en otras circunstancias. El primer miedo que debemos superar es el de aceptar que lo que rechazamos o nos molesta quizá es un reflejo de nosotros mismos. En términos psicológicos se le llama proyección y puede estar relacionado con las vivencias en nuestra infancia.
La psicóloga Marta Segrelles define la proyección como un mecanismo que utilizamos para no hacernos cargo de esos aspectos que negamos como propios y que juegan en nuestra contra al trasladarlos al otro y nos impide mejorar... (2) Entonces no bastará ser valientes y salir de nuestra comodidad cambiando de empleo, dejando a nuestra pareja o cambiando de casa o de ciudad. Tarde o temprano volveremos a sentir los mismos vacíos e insatisfacciones.
En este sentido, poder identificar y reconocer lo que nos incomoda como un reflejo propio, nos permitirá iniciar un trabajo personal para superarlo. Tal vez no necesitemos abandonar lo que hemos construido o tal vez sí, lo importante es que la decisión que tomemos sea producto de nuestra consciencia y pueda contribuir con la construcción de nuestra felicidad.
Referencias: