Por: Marcela F. Gallo Fernández – Médica Cirujana, Diplomada en Sexología Clínica.
El calendario en Chile nos lleva en línea recta del día del Trabajador al día de la Madre. De un día a otro, todo cambia en el ambiente, el retail muestra su nueva estrategia de venta y las familias se organizan para la “celebración” de un nuevo día festivo. Sin embargo, un oscuro secreto a viva voz, se merma en el núcleo de los hogares y una chispa prende los corazones inquietos de quienes han sentido aquella carga invaluable.
En Chile, la tasa de participación laboral de las mujeres es del 50%, lo que quiere decir que 1 de cada dos mujeres en nuestro país, no recibe sueldo fijo mensual, en contraste con su contraparte masculina, cuya tasa de participación es del 70%. Una de las mayores razones para esta disparidad es la Maternidad, cuya tasa e intencionalidad de ejercerla, ha disminuido drásticamente en los últimos años; en el año 2000 el índice de fecundidad (número promedio de hijos por mujer en edad fértil) fue de 2 hijos por mujer, en el 2010 de 1,8, en el 2020 de 1,54 y actualmente rondaría el 1,3, estimándose un baja persistente en los siguientes años (Información del Instituto Nacional de Estadísticas).
Históricamente, las mujeres han disminuido sus horas laborales remuneradas o definitivamente se han retirado del mercado laboral, para asumir labores de cuidado. Las razones son múltiples, pero una de ellas es la poca compatibilidad de sus trabajos profesionales o de oficio, con la coordinación y gestión para el cuidado y protección de los hijos e hijas. Además, 1 de cada 2 de las mujeres que maternan, que sí cuentan con un contrato laboral remunerado, no reciben los beneficios maternales correspondientes, lo que hace todo aún más difícil, provocando que muchas terminen por desistir.
Así, cientos de mujeres cada año, se ven obligadas a cancelar sus sueños y compromisos profesionales, por aquella, que pensaron sería una de las mejores y más lindas experiencias de su vida, la maternidad. Pronto la realidad aflora con vehemencia. Lo que pensábamos sería una mujer sonriente y pacífica, con la felicidad de su bebé en los brazos, se convierte en una carga insostenible, con días apresurados entre sueño, llanto, risas, preocupación, ocupación y muy poco de descanso. Al mismo tiempo, a esa responsabilidad innata de cumplirlo todo, se nos suma también el peso del hogar bien cuidado, de tener la comida calentita, el organizar las compras y gastos y en procurar tener todo lo necesario, para cuidar y proteger a toda la familia. Es mucho trabajo, sin duda, sin embargo, no es remunerado. Más bien, cada minuto más mujeres se empobrecen debido a la maternidad. Aquello que sustenta la sociedad y la persistencia de nuestra especie en la Tierra, es también una especie de cadena invisible, que muchas veces corta alas, muchas otras hace el vuelo más pesado y, gratamente, en otras nos impulsa con más fuerza para llegar más lejos.
En este próximo día de la madre, claro puedes darle un saludo y un regalo a todas ellas, pero te invito a pensar y valorar el importante labor que ejercen en nuestra sociedad, a preguntarle cuáles son sus sueños y cómo podemos aportar en ello para que los cumpla, a darle tiempo para ella sin cuestionamientos y a apoyarla para que pueda sacudir sus alas y volver a emprender su propio vuelo.