IG @crisalidacuentera Ilustracion: Javier González Peranchuay – IG @arte_en_breve
Se aproximaba la fecha de cierre de la edición de marzo y yo con un bloqueo mental nivel Dios no fui capaz de escribir palabra. Algo agobiada por mi falta de inspiración, hago el comentario en un almuerzo de cumpleaños.
– Escribe sobre la canallada que te hicieron. Escribe sobre él y sus mentiras. Propone el cumpleañero.
Asentí con un ademán poco amistoso ya que para mí es aún un tema doloroso.
-Deberías contar y creo que tu cuento se debería llamar «Deuda de amor.»
-No me dan las tripas para aquello, pero gracias por la sugerencia.
Afortunadamente el garzón llegó con nuestro pedido y salgo al fin de ese incómodo tema. Ya camino a casa pienso en el título lanzado por mi interlocutor y lo encuentro patético, de solo pensar en tener que describir lo vivido se me revuelve el estómago, revivo una y otra vez escenas que tengo grabadas y me parece estar viendo mi propio the Truman show o el especial rosa de The Black Mirror. la luz en rojo me lleva a neutro y evitando con algo de humor lo que sé que viene imito al Gypsi gato Jinks:
-Devuélveme mis lucas maldito roedor.- Y en menos de lo que demora el semáforo en cambiar mi rabia es ahora llanto y me desbordo en cuanto recuerdo la penosa secuencia de como se dieron las cosas. Siento vergüenza de mí, de haber confiado, de haber puesto mis ilusiones y mis expectativas amorosas en quien solo me uso como artefacto para sus artilugios. Algo así como un sombrero o un par de naipes nuevos. Tan viva que me creo y me viene a pasar esto, a estas alturas de mi vida. En esa inestabilidad post frontal en la que usualmente me muevo, la rabia aflora nuevamente y de pronto como una epifanía me doy cuenta de que, en realidad, más allá de la deuda monetaria que al cierre de esta edición estoy segura aun no será saldada, existe una deuda, pero conmigo misma. Todo este tiempo me he tratado mal, me he culpado por lo sucedido. he dejado de comer y de salir con mis cariños por entregarme al dolor. Cuantas horas de sueño perdido, en tratar de entender y darle sentido a algo que en realidad no lo tiene
Pataleo porque me deben plata – y no poca- pero en realidad yo soy la que más me debo. Mi amigo tenía razón, hay una deuda de amor. La mía con mi amor propio y que debo de empezar a saldar hoy.