Crónicas de un Puertovarino a Pie: Septiembre

Texto por: Seba Schirmer L. – Ilustración: Kipper Art (Rafael Angulo) @kipper_art

¡Tiki tiki ti! Llegó septiembre y las casas y locales se engalanan con los colores patrios: Guirnaldas, banderas, banderines y tanta otra parafernalia traída directamente de la República Popular. También empiezan esos posts sobre el odio hacia la pasa en la empanada y la piña en la pizza. Me declaro defensor acérrimo de la pasa en la empanada y enemigo jurado del cuesco de aceituna, arma de venganza de los visigodos e hispanorromanos contra los conquistadores moros, una suerte de caballo de troya culinario destinado a la destrucción masiva de piezas dentales de aquellos pulcros musulmanes. Pero fuera de las dudosas raíces históricas de semejante polizonte culinario, con toda la moda del sushi y los sabores orientales llenos de agridulces, es un poco extraño que la pasa resulte victima por su menospreciada tarea de agregar un toque dulce a la empanada. Ni la salsa barbeque ni la teriyaki sufren de ese menosprecio, solo la piña la acompaña en el cajón de los vilipendiados. Pero, para bien o para mal, como toda tradición, seguirá firme en la receta de la empanada. Pero debemos hablar de la aceituna. ¿Tanto cuesta cuidar nuestra salud bucal eliminando el cuesco? Esa trampa mortal camuflada cual negro ninja, apuntado al blanco de nuestras muelas. A pesar del riesgo, la empanada es uno de mis platos favoritos y nunca menospreciado, independiente de precio, calidad o relleno. A disfrutar de nuestra tradición culinaria, la que mejor debemos mantener, y celebremos nuestra casi (chilean way) independencia (el 18/09 fue ni fu ni fa, ni independientes ni dependientes) con responsabilidad.