Texto por: Seba Schirmer L. – Ilustración: Kipper Art (Rafael Angulo) @kipper_art
Hace unos días fui a buscar un paquete a Correos de Chile. Al llegar a la esquina ví una larga cola en Chilexpress y temí lo peor en Correos, pero para mi sorpresa solo había dos personas esperando dentro. Tras un mal rato al encontrarme que Aduanas me cobró por, LITERALMENTE, mirar mi paquete (libros), reflexioné sobre el hecho que Correos estuviese vacío y Chilexpress lleno. Pensé en lo común que es el fenómeno que la mala publicidad, o derechamente pésimo servicio, hace que la gente prefiera la alternativa que es ligeramente mejor y termina destruyendo la calidad de esa alternativa y, paradójicamente, mejorando la calidad de aquel servicio castigado (la ley del mercado in a nutshell). Recordaba cómo en mis tiempos universitarios nos aprovechábamos de la mala prensa de algún restaurant, por ejemplo se descubría que los protocolos de la cocina no eran los adecuados. No hay mejor fecha para ir que después que se destapan esos escándalos, dado que la calidad mejora al 1000% (la Seremi y Servicio de Salud están encima) y en la desesperación ofrecen descuentos y ofertas. Por otro lado, ante el aumento de la demanda de la alternativa, es común que suban los precios y baje la calidad (las excepciones son tan excepcionales que son ejemplos de buena gerencia). También ha pasado, en menor medida, con los servicios de transporte interregionales ante la acometida de las aerolíneas. Y también ha pasado con Puerto Varas.
La búsqueda de mejor calidad de vida, de escapar de ciudades destruidas ha generado que nuestra ciudad pierda rápidamente calidad de vida. Y como en las empresas, esto es un problema de gestión. Pero ya no vale la pena llorar sobre la leche derramada y debemos buscar soluciones. Hoy prefiero Correos sobre Chilexpress (vale menos, se demora lo mismo, y al menos las colas son más cortas). La pregunta es ¿preferiré otra ciudad sobre Puerto Varas?