Amado y no tan amado por otros… el puertovarino a Pie cada mes nos trae sus reflexiones. Por: Seba Schirmer / Ilustración: Andrés Zurita.
¡Feliz año nuevo! El último de este decenio que, sin buscarlo, ha marcado un antes y un después. Por eso espero que este último año del decenio sea una catarsis y que tengamos una ciudad mejor. Una de las mejores que se ha realizado (gracias a la APEC) fue el cambio de luminarias en varias partes de la ciudad. Y WOW, la primera noche no sabía si habían llegado los alienígenas o que. Han convertido la noche en día y mi ventana en un foco, pero mejor que la miserable vela que alguna vez iluminó mi pasaje, donde el juego de penumbras hacia parecer que una muchedumbre de delincuentes se reunía cuando era realmente Lili, el gato de la vecina.
Este nuevo año nos trae desafíos nuevos, como sortear las ultimas obras de Metrogas, soportar el bochornoso calor y construir el Chile (y Puerto Varas) de los 20s. Creo que esta ciudad y sus habitantes si son una excepción y que podemos ser el ejemplo de la ciudad de este nuevo decenio. Una ciudad limpia, respetuosa, digna, equitativa y de desarrollo sustentable es la mira de lo que podemos ser. Cuando la ciudad se fundó nuestros antepasados soñaron una ciudad que fuera puerta de entrada al lago Llanquihue, hoy soñemos con una ciudad que sea entrada a las futuras ciudades. Espero sea una ciudad con menos calles en eterna reparación, menos tráfico, menos ruido y más comunidad.
Mientras, Lili pasea por la pequeña plaza bajo las nuevas luces, no tan feliz que le espanten los ratones.