Dulce o truco: All Hallows eve

Por: Agustín Oyarzún Velásquez, Profesor de Lenguaje y Comunicación /Investigador Paranormal – IG @paranormal_austral

La noche del 31 de octubre se festeja la víspera del día de Todos los Santos, Noche de Brujas o Noche de los Muertos, entre muchas otras tantas denominaciones que esta fecha tiene, aunque la más conocida es Halloween. Claro está que esta celebración no es nacional, sino que importada – como muchas de las cosas que festejamos en realidad – y que el impacto comercial que tiene es enorme.

La palabra Halloween parece ser una contracción de la expresión All Hallows Eve, literalmente Víspera de Todos los Santos, que data del 1745, aunque algunos sitúan la aparición de esta expresión por allá por 1556. Desde esa época hasta nuestros días es indudable que ha mutado desde una festividad que buscaba recordar a los difuntos y santos, a inundar las calles con niños y adultos disfrazados de monstruos, superhéroes o personajes del cine y la literatura, pidiendo dulces. ¿Cómo se llegó a esto?

Se cree que esta transformación tuvo lugar gracias a la unión de esta celebración cristiana con la fiesta pagana de los celtas conocida como Samhain, en la cual se festejaba el término de la temporada de cosechas, y que además se consideraba como su año nuevo – Samhain se traduce como “fin del verano” –. Este intento de cristianización por parte de la Iglesia Católica mutó en la festividad actual.

Los antiguos celtas creían que durante la transición del 31 de octubre al 01 de noviembre la línea que separaba al mundo de los vivos con el de los muertos se estrechaba, permitiendo así el paso de los espíritus – buenos o malos – hacia el plano terrenal, para que estos pudieran visitar a sus familias, en caso de haber sido invitados y recordados por ellos, de lo contrario, se verían obligados a vagar de casa en casa solicitando alimento. Y es aquí, precisamente, donde se origina la que debe ser la característica de Halloween: los disfraces. Para que los espectros malévolos no pudieran hacer ingreso a los hogares o dañar a las personas, la gente solía utilizar máscaras y disfraces que los hacían parecer a ellos mismos espíritus malignos; de este modo, no se acercarían creyendo que ya había alguien ahí. Así también, era tradición que las casas se iluminaran con nabos ahuecados, en cuyo interior se colocaban velas, así además, guiaban a los espíritus con sus familias; más tarde, al llegar la festividad a Estados Unidos, esto mutaría a calabazas, lo que nos lleva al siguiente punto.

Se cuenta que hace muchos años en Irlanda, existió un astuto pero tacaño granjero llamado Jack, el cual habría atrapado y engañado al mismísimo diablo, al cual le pidió que jamás se llevara su alma. Al llegar su momento, cuenta la historia que Jack es rechazado en el cielo por la vida pecaminosa que había tenido, mientras que en el infierno, el diablo le señala que él juró jamás tomar su alma, por lo que ahora está condenado a vivir en la penumbra como un errante; a modo de burla, a Jack le es entregado un carbón del infierno que no se apagaría nunca, el cual le serviría para iluminar su camino en la oscuridad a la que ahora estaba condenado. Como no lo podía tomar con la mano y guardarlo, ahueca un nabo y lo coloca dentro, de este modo, ahora tiene un farol con el cual iluminarse. Según la leyenda, este habría tallado una horrenda cara en el nabo, para así asustar a la gente y conseguir comida, pasando a ser conocido como Jack O’Lantern, o Jack el del Farol. Cuando esta costumbre llegó a Estados Unidos – país que finalmente hace comercial esta fecha – no existían grandes cantidades de nabos, razón por la cual determinaron utilizar calabazas – que abundaban y eran más fáciles de tallar – en su reemplazo.

Respecto a por qué se piden dulces, al parecer esto también viene de los tiempos de los celtas. Se cree que algunas personas se disfrazaban y pasaban por las casas ofreciéndose a cantar canciones a los familiares difuntos, a cambio de comida. Otra versión, reza que en realidad habrían sido los espíritus malignos los cuales exigían alimentos con la frase del “truco o trato”, ya que aquellos estaban condenados a vagar por no tener familia que los recordase ni honrase; sin embargo, también se señala que habría sido el propio Jack quien, condenado a deambular sin destino, llegaba hasta las casas, iluminando y asustando con su nabo, pidiendo comida, a cambio de no recibir un terrible castigo.

Con el pasar de los años, el sentido de esta celebración, el recordar a los difuntos y santos se fue transformando en algo que, sobre todo los niños, disfrutan mucho: el disfrazarse y pedir dulces. Los atuendos de espectros usados para ahuyentar malos espíritus fueron cambiados por nuevos personajes de terror, como hombres lobo, vampiros, brujas, etc., los cuales, a su vez, fueron reemplazados por personajes de la cultura pop; la idea original es ahora un concepto asociado al divertimento social, sin embargo, tengan cuidado, puede que algún espectro hambriento toque su puerta este 31 de octubre.