El juego infantil ¿Cosa de niños?

Por Yumilis Rojas, Psicóloga de Orientación Psicoanalítica @psic.yumilisrojas / Ilustraciones de Eileen Blanco @_miswhite 

Es muy común pensar que los niños juegan para divertirse, pasar el tiempo, distraerse o incluso porque “no saben hacer otra cosa”. Los adultos suelen considerar el juego de los niños como “cosas de niños”, poco trascendental y poco importante. Sin embargo muchos padres presentan inquietudes respecto del juego que hacen algunos niños.

Juguetes y juegos “prohibidos”

 

En ocasiones, los padres prohíben el uso de ciertos juguetes, generalmente los relacionados con contenido violento como pistolas y cuchillos. En otros casos, juguetes “de niña o niño” argumentando que la conducta del niño se está modificando debido al uso de esos juguetes. Y así un sinfín de casos.

Por otro lado, están los juegos que inventan los niños. Las historias creadas en los juegos frecuentemente alertan a los padres sobre «situaciones» que creen que ocurren. Así mismo, cuando los niños hacen dibujos con  ciertos colores o con ciertos temas, los padres se asustan y la mejor respuesta que tienen es prohibirlos.

Lo que hay que entender es que el niño manifiesta en sus juegos algo que le angustia  y quitarle un juguete sin mayor fundamento o prohibirle alguna actividad, no aliviará su angustia.

 

“Mi hijo no juega”

Muchos niños presentan dificultades a la hora de jugar. Por ejemplo: no logran armar un puzzle, no pueden seguir instrucciones de un juego de mesa o se molestan cuando pierden frente a su adversario.

Ahora bien, hay niños que no juegan o lo hacen poco. Alarmarse porque un niño no juega, no es suficiente. En estos casos, no solo se trata de la capacidad que el niño «debería» tener, por la edad cronológica, de llevar a cabo ciertas tareas.

El juego es el modo que tienen los niños de asimilar el mundo que les rodea, es una forma de convertir en agradable los acontecimientos que no entiende o que son displacenteros. El juego les permite ser dueños de situaciones incómodas y manejarlas emocionalmente. En este sentido, un niño que no juega, no es necesariamente «más maduro», es un niño que no está procesando sus emociones y probablemente necesite atención profesional.

 La tragedia del adulto: «no se jugar”

Apelar a los juegos estructurados, los juegos de mesa que traen instrucciones, cartas,  juegos deportivos,  video juegos e incluso las lecturas de cuentos ha sido una manera de utilizar la actividad lúdica para distraer a los niños. Si bien es cierto, estas actividades funcionan justamente como un medio para estructurar a los niños, enseñarles a respetar límites y normas agregando toque agradable de ocuparles el tiempo,  deja por fuera los intentos del niño de crear algo nuevo y de tramitar su malestar.

 

Muchos padres contemporáneos suelen estar ocupados en exceso, disponen de poco tiempo para compartir con los niños en casa pero cuando se encuentran en la difícil posición de responder a la petición de jugar, se encuentran con una dificultad: no saben jugar.

 

¿Y quién dijo que era necesario un saber para poder jugar?  Para jugar no hace falta más que dejarse llevar por las indicaciones de los niños, obviamente dentro de los parámetros para que no se haga daño. Al final para el niño no importa que tan bien o mal juegues porque de igual manera el juego está ejerciendo la función necesaria para él. Lo más importante para el niño es tu presencia, que lo acompañes en el camino a enfrentar sus miedos y angustias. Te invito a jugar.