Es Abril y el Puertovarino a Pie lo sabe!

Texto por: Seba Schirmer L. – Ilustración: Andrés Zurita 

Abril es un mes que me agrada bastante. El mes post vacaciones en que todo se normaliza, tranquiliza y se puede disfrutar aún de las ultimas señales benignas del clima veraniego. Este mes se celebran dos cosas que desde niño me han llamado mucho la atención. Primero es la Pascua de Resurrección u Ostern, aquella hermosa tradición de historias, conejos y chocolates.

La magia de buscar en los lugares secretos que todo hogar tiene a la vista esos preciosos tesoros que significan altas dosis de azúcar. La tradición de que parte del botín nunca aparezca cuando debe y meses después siguen saliendo a la luz secretos chocolates en los rincones olvidados de la casa. Otra cosa que me gusta mucho de abril es la celebración del día del libro, aquellos objetos mágicos que permiten transmitir de generación en generación historias, conocimiento y las reflexiones de tantos que han vivido antes que nosotros. Las letras encierran tanta magia que en una época en que el analfabetismo es algo raro no podemos disfrutar el hecho de poder transmitir de forma tan simple ideas tan complejas.

Recuerdo mis tiempos de no tan tierna juventud de bajar al centro a comprar un disco nuevo y un libro, para después (dependiendo de las condiciones climáticas) irme a la plaza, muelle, o en su defecto a alguna galería a leer y escuchar música. Hoy sigo disfrutando de aquellos placeres, pero encerrado en mi casa, porque el ruido ambiente de la ciudad ha aumentado tanto que es imposible escuchar música o disfrutar del libro. Eso sí, algo que siempre he encontrado pobre en la ciudad es la oferta literaria. Altos precios y poca oferta, o al menos para alguien como yo acostumbrado a leer mucho fuera de los Best Sellers. Mi solución: la magia de la internet. Pido libros al extranjero o leo digital en mi Kindle. Eliminemos el IVA a los libros, hagamos que tener un libro en la mano sea tan común como tener un celular.

Abril es el mes de búsquedas. Buscamos en perdidas tiendas de libros usados esos tesoros escondidos. Buscamos en los rincones de la casa oscuros tesoros azucarados. Búsquedas de tranquilidad, de espíritu hogareño, de libros en internet, de chaquetas ante el inminente invierno y del silencio en una ciudad cada vez más ruidosa. Me he puesto nostálgico, no solo de chocolates y libros, sino de silencio. Cada vez que salgo para ir al trabajo o alguna diligencia ir sin audífonos es realmente una tortura, y ni aun estos salvan del tormento de las incontables obras civiles y tráfico. Quiero buscar un rincón donde comer un huevo de chocolate y leer un libro en paz, pero ese lugar aún sigue escondido, esperando (ojalá) aparecer.

PD: Si, omití la alumbrada frase “típica” de abril.