«Estamos enamorados, pero…» por la Sexóloga Marcela Gallo

Nuestra columnista la Dra. Marcela Gallo F. nos trae una nueva entrega sobre una temática muy recurrente.   / Ig @marcelasexologa

Al hablar de problemáticas sexuales, es frecuente que las primeras patologías que se asocian a éstas sean disfunciones tales como trastorno eréctil y eyaculación precoz, probablemente por ser las dos patologías más estudiadas y con mayor número de publicaciones en lo que respecta a la sexología, y también por tratarse de disfunciones que padecen los hombres, inmersos en una cultura donde la “hombría” se asocia erróneamente más a la potencia sexual que a la integridad del ser para con él y con quienes le rodean. Sin embargo, si ésta también fue tu suposición inicial, debo comentarte que estás un poco alejado(a) de la realidad, ya que la consulta más frecuente, según mi casuística, tanto en hombres como en mujeres, es el <<Deseo Sexual Hipoactivo>> o dicho de forma simple, la <<Falta de Deseo Sexual>>.

Frecuentemente recibo solicitudes de terapia para aumentar el “fuego” en la relación, no pocos de ellas creyendo que existe una píldora mágica y perfecta que logrará solucionar aquello que les aqueja como pareja, y con franqueza debo decirles que tal fármaco milagroso no existe, aunque no pocos laboratorios han intentado desarrollarlo sin éxito. Es verdad que medicamentos tales como el viagra han solucionado, parcialmente, algunas de las problemáticas sexuales, incluso quizás aumentando levemente el deseo sexual asociado a la sensación de seguridad que el buen resultado fisiológico otorga, pero el <<Deseo>> es un proceso complejo, que tiene poco que ver con una cosa simplemente física.

En los estudios relacionados a la neurociencia del amor se han encontrado algunas de las respuestas a la incógnita del deseo, verificando que el amor pasional o amor romántico, denominado “enamoramiento” no dura eternamente. Dorothy Tennov, psicóloga investigadora del proceso del amor, realizó un estudio en 1970, que buscaba determinar el tiempo de duración de esta etapa rica en deseo, y concluyó que la media de duración es entre 18 y 24 meses, momento en el cual nuestro sistema cognitivo ha empezado a analizar de forma lógica los beneficios y las consecuencias a largo plazo de esta relación como un proyecto de vida en el que se comprometen a colaborar mutuamente; hoy en día, ese periodo sería aún mucho más acotado, tomando en cuenta que el periodo de seducción y conquista se ha reducido a un tiempo mínimo.

Esther Perel, psicoterapeuta y autora de los libros “inteligencia erótica” y el “dilema de la pareja”, hizo la siguiente pregunta a la udiencia que acudía a una de las cientas de conferencias que ella dicta: ¿Por qué el buen sexo se desvanece tan frecuentemente, aún en parejas que continúan amándose tanto como siempre? Luego desarrolla la idea de dicho dilema de la siguiente manera “por un lado, está el deseo de seguridad, predictibilidad, dependencia, confidencialidad y permanencia, anclas de nuestra vida a lo que llamamos hogar; pero también tenemos una necesidad igualmente fuerte, hombres y mujeres, por la aventura, la novedad, el misterio, el riesgo, el peligro, lo desconocido, lo inesperado y la sorpresivo” entonces planteó la siguiente pregunta ¿Podemos desear lo que ya tenemos?

Helen Kaplan, autora de los libros “La nueva terapia sexual”, en el tomo 1 de su manual (base para todo(a) sexólogo(a)) menciona “en un sentido general vemos que las causas inmediatas de la disfunción sexual surgen de un medio ambiente antierótico creado por la pareja y que destruye la sexualidad de uno de los miembros o de ambos. Un ambiente de apertura y de mutua confianza permite a la pareja relajarse y entregarse plenamente a sus vivencias eróticas” además menciona como frecuentes obstáculos al erotismo de la pareja la “evitación al fracaso”, el “temor al rechazo” y la “falta de comunicación”, clásicos factores asociados a las problemáticas sexuales en general, en especial a aquellas en que el deseo sexual se ve afectado. No por nada una de las máximas en sexología es “Sentir y no pensar” acuñada por los mayores investigadores de la función sexual en la historia de la humanidad, William Masters y Virginia Johnson. Pero entonces, podrás estar preguntándote ¿ahora qué hago? ¿Cómo siento deseo por mi pareja de más de 18 o 24 meses de relación?

La misma Esther Perel lleva años buscando la fórmula y parte de su investigación ha evidenciado que el deseo necesita espacio, que la ausencia y el anhelo lo despiertan, que se es más deseable cuando se ve a la persona en perspectiva, a una distancia adecuada, ni tan cerca ni tan lejos, en su elemento, haciendo algo que le apasiona, autosuficiente y plena, cuando esa persona se vuelve por un momento, en algo misterioso. Y que del mismo modo, se pierde el deseo ante la sensación de necesidad y dependencia por parte del otro.

Te invito a realizar un corto ejercicio: toma algo de tu hogar y ponlo pegado a tu frente entre ambos ojos, un lápiz, por ejemplo, ¿logras ver la base o los primeros centímetros de dicho objeto? o más bien ¿ves un objeto borroso que no lograrías identificar claramente sin el hecho de que tú mismo(a) lo hayas elegido?

Como decía Marcel Proust “la verdadera felicidad no consiste en encontrar nuevas tierras, sino en ver con otros ojos”