Por: Agustín Oyarzún Velásquez, Profesor de Lenguaje y Comunicación /Investigador Paranormal – IG @paranormal_austral
“Anoche tuve un sueño extraño. Estaba flotando sobre mi cama y me veía durmiendo. Una sensación inexplicable me invadió, porque sí, por un lado ahí estaba yo, durmiendo, y por el otro, viéndome hacerlo. Pensé que como era un sueño, así que no importaba que esto tuviera alguna lógica o explicación.”
El viaje astral o desdoblamiento – este último es su nombre más usual – es un tipo de experiencia extracorporal en donde el espíritu y el cuerpo físico, se presume, se separan. Las causas y circunstancias que la propicia son variadas: un sueño profundo debido a agotamiento físico, un elevado estado de meditación, o tal vez una experiencia cercana a la muerte. En cualquiera de estos casos, quien lo experimenta, señala tener la sensación de encontrarse separado de su yo físico.
Esta experiencia fuera del cuerpo puede llegar a controlarse y realizarse a conciencia – ya que en gran parte esto sucede inconscientemente durante el sueño –, mediante períodos de meditación o trance profundo. Pese a ello, hacerse visible frente a otros o interactuar se torna más complejo, aunque quien esté experimentando la exteriorización – otro de sus nombres – sí pueda ver y oír al resto. Hay quienes hablan sobre un “hilo de plata” que conecta al espíritu con el cuerpo durante el desdoblamiento, y que le impide alejarse; otros, sobre un túnel oscuro con una fuerte luz al final; los menos, señalan visualizar otros seres extraños a su alrededor. Todo esto finaliza cuando la persona vuelve, ya sea por propia voluntad o porque es jalado, a su cuerpo.
Las sensaciones que se experimentan durante esta experiencia son variadas, siendo las primeras veces las más comunes el temor y la incertidumbre frente a lo que está sucediendo, seguidos de curiosidad e incredulidad; finalmente, quienes ya han pasado varias veces por esto, señalan que pierden el temor a la muerte, ya que comprenden que existe algo más que este plano físico.
Sin embargo, esta no es la única forma en que el cuerpo se puede separar del espíritu. Alguna vez hemos escuchado decir a alguien “hace rato me pareció haberte visto llegar a la casa, incluso te vi pasar por fuera, pero no entrar”, o “te vi en tal parte”, a lo que la respuesta inmediata es “imposible, a esa hora estaba en otro lado.” Esto también se enmarca dentro de las proyecciones astrales, como lo visto anteriormente.
Referido a ello, se dice que San Pío de Petralcina – el padre Pío – tenía esta curiosa habilidad, conocida como bilocación. Podía estar realizando una misa en algún lugar de Italia, y a su vez, estar visitando a un enfermo a miles de kilómetros. En su caso, esto es considerado como uno de sus tantos dones divinos. Pero el común de las personas alguna vez también ha realizado esto, aunque no conscientemente, y de formas más rústicas e incompletas. Generalmente, cuando alguien dice habernos visto llegar antes a casa, es precisamente, porque estamos próximos a llegar al hogar, movidos por un deseo tan grande que proyectamos un “yo espiritual” y, a modo de aviso, parece llegar antes a destino. O simplemente, en ocasiones, hay quienes anhelan estar en otro sitio, siendo capaces de proyectarse en esos lugares, aunque, su proyección astral, por más real que se vea, es incapaz de interactuar con el medio, es una especie de doble mecanizado.
Finalmente, otra forma de experiencia extracorporal son las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), que, precisamente, suceden bajo esta circunstancia. Cuando nos encontramos muertos clínicamente – es decir, cuando el corazón y la respiración se han detenido, sin generarse lesiones cerebrales – al parecer, somos capaces de separarnos de nuestro cuerpo. Las personas que han tenido estas, valga la redundancia, experiencias, relatan que se han visto en la camilla del hospital, siendo intervenidos por personal médico, e incluso recordar las conversaciones sostenidas por ellos; por lo demás, cuentan que pueden atravesar paredes y transitar libremente por distintos lugares, visitar familiares y ser capaces, en contadas ocasiones, de materializarse y hablarles.
¿Qué dice la ciencia respecto a todo esto? Que se debería, más que a una verdadera separación cuerpo-espíritu, de una especie de disociación con entorno, debido a alguna falla transitoria en las conexiones cerebrales – algo similar al fenómeno del déjà vu, ocasionado por un doble procesamiento de la información, lo que entrega la sensación de una situación vivida anteriormente – en donde los sentidos no son capaces de transmitir correctamente la información: por ejemplo, al fallar el tacto y la visión se genera la sensación de lejanía con los objetos, además de sentirse fuera del cuerpo, de sentirse impersonalizado; del mismo modo, al fallar la audición se siguen percibiendo sonidos, o conversaciones cercanas. Por lo menos, esto vendría a explicar las ECM en su mayoría, ya que según el proyecto AWARE (2008), el cerebro permanecería funcionando por lo menos tres minutos después de fallecido.
Sin embargo, permanece la interrogante respecto a cómo ciertas personas logran dominar la extracorporalidad, viajar a otros lugares, recopilar información, y verificarla exitosamente después. Más aún, cómo es posible que algunas pueden hacerse visibles en diferentes sitios.