Por: Matías Rosciszewski Cortés
El año que parecía que no terminaba más, por fin se acabó. 2020 fue atípico, anormal, caótico, angustiante, deprimente y lleno de dolor e incertidumbre. Pandemia; desastres naturales y también causados por la cruel y despiadada mano del hombre; disputas políticas nacionales e internacionales; Trump a medio minuto de comenzar la tercera guerra mundial (fue en enero de 2020, hace nada) y a fin de año renegando después de haber perdido la reelección a manos de Biden. En fin, pasó de todo. Pero no todo son malas ya que deberíamos sacar conclusiones y aprendizajes de lo sucedido, a ver, repasemos un poco: quedó clarísimo que el planeta es un pañuelo; lo que pasa en la otra punta del mundo puede repercutir en Valparaíso, Puerto Varas o en Tierra del Fuego, e incluso en la Antártida. Sería algo así como el famoso efecto mariposa en la teoría del caos, que tienen sus orígenes en la ciencia meteorológica. Sugiero leer lo que significa ambos postulados, es útil para extrapolar sus enseñanzas a todo ámbito de la vida diaria personal, interpersonal y a nivel comunidad, no solo local, sino nacional e internacional.
Solemos vivir sin pensar demasiado en las consecuencias de nuestras acciones, tanto para nosotros como para quienes nos rodean. Nos cuesta comprender que cada cosa que hacemos en nuestra cotidianeidad, tiene un impacto en el lugar donde vivimos. Creemos que tenemos mucho tiempo por delante, y entonces así, procrastinamos decisiones, no pedimos disculpas o no perdonamos, ya sea a terceras personas o a nosotros mismos. Muchas veces solemos dejar para mañana cosas o palabras que podríamos haber dicho o hecho hoy. Pero la naturaleza es más sabia que el ser humano y un buen día, nos hace sufrir una pandemia tan fuerte como la de la gripe española que el mundo queda al revés. ¿A qué voy con todo esto? A que no sabemos cuánto tiempo nos queda en este mundo terrenal, que hoy estamos y mañana podemos no estar más, por cualquier causa, ya sea natural, interna o externa a nosotros. Entonces, el concepto es que no debemos perder el tiempo: el momento es ahora, es hoy. No mañana. Encuéntrate con esa persona que te gusta y sorpréndela con un beso. Visita a tus padres y diles cuánto los quieres, abrázalos, mímalos y pídeles perdón si es necesario. No te guardes ningún “Te Quiero” o “Te Amo” más allá de que la otra persona no te responda de la misma forma. No te guardes nada. Busca la manera de aterrizar tus sueños y metas.
Que sea el comienzo de un año no significa que nos debamos presionar por cumplir a rajatabla cada uno de nuestros propósitos si o si dentro de los nuevos 365 días. Tampoco era necesario esperar a enero 2021 para comenzar algo, ya sea una dieta, el gym, bajar de peso o un emprendimiento. Recuerda que casi todo es una cuestión de actitud, como lo decía el gran músico argentino Fito Páez. Cada día en el que amaneces respirando y con salud es un “nuevo año” y es la posibilidad que te da la naturaleza de ser mejor persona. Es un día más en tu vida, pero también un día menos que te queda en esta tierra. Y eso no tiene por qué deprimirte. Este tiempo de vacaciones, con más momentos para el ocio y sin las obligaciones del trabajo, deberían ser los días y noches ideales para buscar motivaciones para disfrutar de cada evento que pasa en tu vida. Contempla con felicidad y paz los amaneceres y atardeceres. Observa y escucha a los pájaros como cantan y vuelan. Piensa en la complejidad de toda la vida en este mundo y cómo todo está relacionado con todo. Filosofa. Deja volar tu mente. Permítete soñar, porque nunca se sabe: Tu puedes ser la próxima persona que cambie el mundo, y si no, eres el/la responsable de cambiar tu propio mundo y de los que te rodean. Casi todo depende de ti. Es cuestión de hacer foco en las cosas y personas que quieres. Si se quiere, se puede. Y no es necesario esperar a enero de cualquier año para empezar. ¡Dale! ¡Levántate y haz hoy lo que quieres hacer! ¡No pospongas más!