¡Nueva sección de Revista Ya Puerto Varas! Auspiciada por Yo te Llevo, el courrier que la lleva en Puerto Varas. La primer historia va a dejarte sin palabras!
14:00 horas en punto y estaba listo para ir a almorzar. Antes de que guardara mi teléfono en el bolsillo, entra un llamado. Era una pasajera amiga, que hacía tiempo no me llamaba.
— Aló? Sra. Leonor? ¿Cómo está?
Del otro lado del teléfono escucho la voz de la Sra. Leonor quien me dice:
—Héctor! Hola, ¿cómo estás? ¡Necesito que me ayudes!
—Si dígame, me preparaba para ir a almorzar…. Pero ¿qué necesita?
— Héctor por favor necesito que vengas URGENTE! ¡Necesito ayuda! ¡No sé qué hacer, por favor ven!
Sentí y conecté inmediatamente con la necesidad que tenía la Sra. Leonor y no dudé en postergar mi hora de almuerzo. Mientras hablaba con la pasajera, recordé que la última vez que hice un traslado para ella, en el viaje me comentó que sería mamá nuevamente y que a pesar de que había sido algo inesperado estaba muy contenta con la llegada del próximo bebé. Ella ya era mamá, tenía 2 niños, una niña de 9 y un niño de 6.
Su llamado en verdad me sorprendió y sin dudar le pedí que me enviara su ubicación. Mucho detalle no me entregó, solo que llegase pronto.
Subí al auto rápido a la espera de que me enviara su ubicación, cuando llegó el mensaje, me percaté de que era en un supermercado de Puerto Varas y pensé: ¡Ya! Es la carrera típica del supermercado a la casa que hacía habitualmente, otra vez se quedó sin auto pensé.
Acudí raudo y veloz a su llamado. Cuando estaba entrando al estacionamiento del supermercado, me llegó un mensaje de audio por WhatsApp, era la Sra. Leonor nuevamente, que gritaba y me decía:
— Apúrate Héctor! ¡por favor, apúrate! Estoy en el pasillo de 13 –
¿Como? pensé… ¿Quiere que entre al supermercado? Qué raro, normalmente ella me espera en la salida, al lado del cajero automático…. ¿Para qué quiere que entre al súper?
Cuando entré, veo unas personas correr y dirigirse al pasillo 13, voy para allá y cuando llego, veo a la Sra. Leonor semi agachada, tocando su vientre con una mano y con la otra sosteniendo a su hijito de 6 años y su hijita de 8. En el pasillo también había un carro lleno artículos, personas mirando y guardias que hablaban por radio. Varias personas al rededor y la Sra. Leonor diciendo:
— ¡No me muevo de acá hasta que llegue Héctor!
La gente se preguntaba ¿Quién es Héctor?
— Yo soy Héctor!
Todos me miran y una guardia del supermercado me deja pasar y me dice: ¡Va a ser papá, va a ser papá!
Con tanta gente y alboroto, ¡había una confusión!
Una vez al lado de la Sra. Leonor ella me reconoce y me dice:
— Héctor por favor ayúdame, va a nacer el niño, me pilló acá… ¡Se adelantó el parto!
— Que hago Sra. Leonor? ¿Cómo la ayudo? le pregunté.
— ¡Oiga su hijo va a nacer, muévase! — me dice la guardia que estaba al lado, casi retándome — llévese a su señora antes de que el bebé nazca acá! — Quedé en blanco con la escena que veía y más cuando vi a la Sra. Leonor casi desmayarse y a sus hijos con caritas de susto.
—No es mi hijo — atiné a decir — ¡Yo soy el Uber!
La Sra. Leonor toma mi mano y me dice: — Viene en camino una ambulancia, por favor lleva a los niños a la parcela, allá está mi marido, lo dejé sin auto al venir al súper, yo vine a comprar las ultimas cosas antes de internarme en la clínica, mañana debía nacer mi bebé, pero me pilló acá, ya rompí la fuente –
Mientras me decía estas palabras, apareció un paramédico con una silla de ruedas para llevarla a la clínica. Y ahí me quedé, con los niños de la Sra. Leonor en el pasillo 13 del súper. ¡Ya niños! ¡Vamos! — les dije a los pequeños y ellos entendieron inmediatamente que debían acompañarme.
Salimos del supermercado y escuchaba gente que me decía — ¡Felicitaciones! ¡Viene con tremenda marraqueta bajo el brazo! — Jajaja y yo sí, gracias, gracias…. No era momento de explicar, solo fui cortés, estaba en medio de tremenda misión y no podía perder tiempo.
Subimos al auto, los niños atrás ¡Cinturones de seguridad! — les dije y la niña muy obediente le puso el cinturón a su hermanito pequeño y tomó su mano. Una vez avanzando por la costanera de Puerto Varas, cerca de la capitanía, vemos que más adelante va una ambulancia. Los niños me preguntan — ¿Héctor ahí va la mamá?
— yo creo que sí — les respondí —veamos si la alcanzo.
Aceleré y logré quedar detrás. En el semáforo de la punta de diamante, subiendo por calle Imperial todos los vehículos nos dejaban avanzar. Y efectivamente ahí iba la Sra. Leonor, reconocí a uno de los paramédicos. Me fui detrás de la ambulancia todo el trayecto, las sirenas sonaban, la gente en la calle miraba. En calle Del Salvador con Dr. Otto Badder nos separamos. Yo debía llegar a la casa de la Sra. Leonor, en una parcela que queda más allá de Nueva Braunau, casi llegando a Loncotoro, así es que seguí en dirección a la salida norte de Puerto Varas mientras la ambulancia ya casi llegaba.
Mientras conducía pensaba, — Y el marido sabrá que va a ser papá ahora? ¿Sabrá de todo esto? ¿Cómo se lo digo?
Al llegar, pasamos el portón y los niños bajaron rápidamente a buscar a su papá…. Ahí aparece don Enrique, el marido de la Sra. Leonor y le digo: – ¡Don Enrique, va a ser papá, su señora me llamó, le traje a sus niños y lo vengo a buscar para llevarlo a la clínica! – Le dije todo, en una sola frase que ni yo entendí. Me miró y me preguntó, ¿— que pasó? ¿Dónde está la Leo ¡Va camino a la clínica — le respondí —¡vamos!, súbase al auto que ya va a nacer su hijo. — Soltó la pala que sostenía en sus manos (él es agricultor y venía del campo). Me miró serio y me dijo: — pero ¿cómo? Si ella andaba en el supermercado y mañana nace el niño, es una cesárea programada. — papá vámonos! ¡La mamá va en ambulancia a la clínica, el bebé nacerá ahora! — le dijo su hijita.
Don Enrique entró a la casa y luego salió con otra ropa y un bolso. Subió al auto y nos fuimos los 4 a la clínica.
En el camino, don Enrique mientras revisaba su teléfono, me preguntaba qué había pasado y le fui contando lo que había ocurrido en el supermercado. La señal telefónica no es muy buena en ese sector y a medida que nos acercábamos a Puerto Varas iban llegando los mensajes y llamadas de la Sra. Leonor. Se puso muy nervioso y les gritaba a los otros vehículos para que nos dejaran pasar.
Cuando llegamos a la clínica entramos corriendo y fuimos de inmediato a ver dónde estaba la Sra Leonor. Una enfermera y personal de la clínica nos llevaron al área de maternidad. Preguntaron quién era el papá y le dijeron, señor su hijo ya nació, es un varoncito. Venga a conocerlo. Don Enrique desapareció por unas puertas y pasillos de la clínica.
Y ahí quedé yo, nuevamente con los niños de la Sra. Leonor. Esperamos unos minutos y luego nos llevaron a un lugar donde había un ventanal enorme y desde el otro lado, pude ver que era el sector donde están los bebes recién nacidos. Había una enfermera que tomaba y mostraba al bebé y sonreía mostrándolo a nosotros que estábamos desde el otro lado del ventanal. Era un bebé hermoso que ya había llegado a este mundo. ¡Y vaya como fue su llegada! Si supiera todo lo que nos hizo pasar…
Algún día, cuando el niño sea grande, le contaré que él fue quien eligió cuando y como nacer y que casi nació en el pasillo 13 del supermercado…
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