Por Javier G. Peranchuay – IG @arte_en_breve
“Era bella como encontrar
nidos de perdices en los trigales.
Bella como el delantal gastado de una madre”
(El árbol de la memoria 1961, “En Memoria”, Teillier Jorge)
Se conoce que Teillier configura en su poesía un sujeto nostálgico de una realidad primordial perdida, sujeto que se sirve del recuerdo, la memoria, como única arma contra el tiempo. Esta persistencia al apego engloba nuestro conflicto:
El apego al herrumbre de la memoria, apreciarlo desde su significado y no como se ve, añejo y en derrumbe. Su presencia me encanta, la interiorizo y me cuestiono el por qué.
¿Es un mal recuerdo? No hay
y ¿si el recuerdo por melancólico que sea es bello?
y qué bello es recordar, que bello el calor del vapor,
la miel y el pan
qué bello el aroma herbal.
Es importante comprender que la nostalgia aparece cuando hubo perdida, así se busca restaurarla y se adquiere el goce por la memoria aferrada a lo ausente. Asimilamos la pérdida del objeto, pero nos cuesta abandonar lo que se perdió con él, nos allegamos a un proceso de duelo inconsciente. Mi propio duelo con el encuentro se concibe con tantas onces detenidas por el poder corrosivo del tiempo, este configuró el sabor amargo de las hojas del té que hoy se sirven y que deseo que servirles. Es una invitación abierta a la reflexión y cuestionamiento del encuentro con lo familiar y/o lo cercano.
El invierno nos despide, pero el calor de una taza de té nos viene bien todo el año.
PD: Este mes me integro a Revista YA Puerto Varas como columnista y regreso como ilustrador, te invito a este nuevo espacio en donde te encontraras con los breves momentos de arte que compartiré contigo.
Javier G. Peranchuay