En el sur de Chile hay hombres que viven escondidos. Hombres que tienen miedo. Que solo se atreven a ser quienes son con la puerta cerrada. Sus hogares, en medio de volcanes, lagos y humedales, son un refugio del frío. Pero también del qué dirán. Solo en sus casas se atreven a amar a personas del mismo sexo. Una realidad que desde Santiago parece ya superada, lejana, continúa siendo la cotidianidad para la comunidad homosexual en un extremo del país. Durante dos años toqué sus puertas y me dejaron entrar para entender las razones que los llevan a vivir su sexualidad lejos del ojo público.
LUGAR: CASA DE ARTE DIEGO RIVERA · PUERTO MONTT
FECHA: 27 OCTUBRE > 27 NOVIEMBRE
En los últimos años en Chile se ha intensificado el debate respecto de los derechos de las minorías sexuales y ha aumentado la sensibilidad frente al tema desde el asesinato hómofobo a Daniel Zamudio, pero los avances en esta materia son muy dispares y existen pocos estudios al respecto en ciudades fuera de Santiago. Así lo reflejan las manifestaciones en las calles; mientras que en 1973 fue la primera marcha homosexual en la capital, Puerto Montt se manifestó recién en el 2011.
El prejuicio social y la falta de espacios de encuentro para homosexuales en regiones – en la X región sólo había un club nocturno gay- han forzado la proliferación del cruising, como se denomina a los lugares donde personas del mismo sexo se reúnen a escondidas del ojo público. Los sitios más comunes son terminales de buses, baños públicos o miradores escondidos. La comunidad se ha visto obligada a buscar esta alternativa para vivir su sexualidad a espaldas de la sociedad debido a la discriminación a la que son sometidos.
Para retratar esta realidad he conversado y fotografiado dentro de sus casas a más de 30 homosexuales de varias ciudades del sur, quienes dan cuenta de la realidad.
“La gente en pueblo chico no quiere ser reconocido como el gay del pueblo” cuenta Fabian, un dentista de 32 años, que tuvo que migrar de la zona rural a la ciudad de Pucón para dejar de sentirse discriminado. Pablo, periodista residente en Puerto Montt comenta, “Me costó muchos años contarle a mi mamá porque tenía miedo que me pegara por eso”. Así, cada uno fue contando su historia desde la intimidad de su hogar, algunas mejores que otras, pero todas centradas en la gran decisión de “salir del closet” en una sociedad donde aún sigue siendo tema. Son testigos de que la brecha con Santiago es enorme y se cuestionan su calidad de vida sureña, donde no solamente se les dificulta encontrar el amor, diversión o simplemente compañía, sino también se reprime la expresión de género, que enriquece a nuestras regiones.
Pablo Izquierdo, Fotógrafo
@pabizq / www.pabloizquierdo.com