Por: Milagros Rojas – IG @prof.milagrosrojas
En el recorrido de este regalo llamado vida, solemos volver atrás con nuestros pensamientos y recordar las vivencias que la marcaron. Algunas de ellas nos dibujan una sonrisa en el rostro, pero otras nos producen sensaciones que no son tan agradables. ¿Qué hacemos con todas esas vivencias? ¿Dónde colocamos esos recuerdos?
Todo lo que vivimos es necesario
Cada vivencia convertida hoy en un recuerdo fue necesaria en nuestra vida. En la cotidianidad, formamos parte de una realidad junto con la familia, los compañeros de trabajo o con los vecinos de la comunidad donde vivimos. En estos ámbitos podemos compartir buenos momentos, pero no estamos exentos de vivir situaciones complejas o incluso dolorosas. Algunas experiencias vienen a reiterarnos que vamos en el camino adecuado en ese momento de nuestra vida, pero otras nos harán reflexionar y tal vez nos impulsen a hacer algunos cambios.
Viviremos todo lo que nos haga falta para cultivar esa cualidad o habilidad que nos llevará hasta nuestra mejor versión. Cada experiencia será la lección perfecta para evolucionar y crecer como seres humanos. Pero es importante que estemos atentos para comprender su mensaje. De no ser así, como toda lección, cada experiencia será vivida las veces y el tiempo que se requiera hasta que lo comprendamos.
El cajón de los recuerdos
Los recuerdos, así como las cosas que guardamos por mucho tiempo, pueden mantenerse silentes, como si estuvieran ocultos. Y de la misma manera como sucede con esas cosas antiguas, que nos las topamos al abrir un cajón, así mismo pasa con los recuerdos, algo hace que lleguen de nuevo a nuestra mente.
Con los recuerdos agradables, no hay problema, los revivimos y nos quedamos en ellos por largo rato, incluso nos emociona relatarlos una y otra vez. Pero la vida está hecha de vivencias buenas y de las que no lo son. Y al recordar los momentos difíciles por los que hemos atravesado, es posible que deseemos llevar nuestra mente a otro lugar, huir de esos recuerdos o desecharlos como hacemos con las cosas viejas que dejaron de tener sentido para nosotros. Pero la noticia es que con los recuerdos no pasa igual que con los objetos, cuando creemos haberlos eliminado, ellos regresarán una y otra vez al “cajón» de nuestra mente. El asunto no es que regresen, lo importante es cómo nos hacen sentir y lo que podamos hacer con ese sentimiento.
Restaurando los recuerdos
Algunos momentos vividos fueron tan difíciles que nos hacen pensar que solo podemos recordarlos desde la tristeza, la rabia o el miedo. Pero aun con esos sentimientos, si tomamos la decisión, podremos restaurarlos, dándoles un significado diferente en nuestra vida. Iniciar ese trabajo, nos permitirá en algún momento entender y transformar todos esos recuerdos que se muestran como heridas que duelen, en cicatrices que nos recuerden lo vivido, pero sin dolor. Esos recuerdos restaurados pasarán a formar parte de nuestra historia, nos recordarán que de lo vivido logramos aprender algo y que de alguna manera contribuyeron para transformarnos en lo que hoy somos. (1)
Démosle un lugar justo a cada experiencia en nuestra vida, incluso a las que fueron desagradables, de esta manera las estaremos honrando. Agradezcamos el haberlas vivido porque seguramente en cada una de ellas se escondió sutilmente una bendición. Percatarse de la existencia de las bendiciones en los momentos complejos es difícil, pero si logramos darle un poco de quietud a nuestro ser, seguramente las reconoceremos.
Por último, no olvidemos que el recorrido de la vida tiene muchas direcciones, y siempre será importante que actuemos desde nuestra consciencia para aumentar la probabilidad de tomar la más conveniente. Sea cual sea el camino que elijamos, ojalá que cada uno de nuestros pasos en su recorrido, se convierta en el mejor de los recuerdos.
Referencias:
- Inevitablemente Heridos (Prog.79) | Carlos Fraga en Éxitos. 2022. Disponible en: https://youtu.be/mq2AG0mF-j8