¿Qué hacer con nuestros miedos?

Por: Milagros Rojas – IG @prof.milagrosrojas

El miedo es considerado como una de las seis emociones primarias del ser humano, junto con la alegría, la sorpresa, la ira, la tristeza y el asco (1).  Es una sensación desagradable que nos acompaña a veces casi en forma silente, no sabemos explicar lo que sentimos y pasa desapercibido. En otras ocasiones, se pone totalmente de manifiesto y nos hace sentir la necesidad de huir de lo que estamos viviendo. No hay una situación específica por la que todos debamos sentir miedo. Cada persona desde su propia experiencia acumula las razones para experimentarlo, frente a sutiles o claros escenarios.

 

¿De dónde viene el miedo?

El origen primordial del miedo en los animales, incluyendo al ser humano, está directamente vinculado con el mecanismo de preservación frente a un peligro. Gracias a esto, se amplía nuestra expectativa de vida. Si no sintiéramos miedo no nos alejaríamos de un peligro inminente como un incendio, o tal vez caminaríamos por la orilla de un precipicio, sin importarnos las consecuencias de caer.

Durante la niñez comúnmente se hacen presente otros miedos: miedo a la oscuridad, a los ruidos, a algunos animales, a estar solos en una habitación o separarnos de nuestros padres. Estos miedos son normales y van poco a poco desapareciendo cuando el niño va familiarizándose con su entorno y entendiendo su realidad. Lo que no se conoce o se comprende, asusta. Por esta razón, durante esta etapa de la vida es muy importante el acompañamiento de los padres y/o cuidadores quienes, con las prácticas adecuadas, puedan ayudarles a superarlos gradualmente.

A medida que crecemos y nos vamos vinculando con nuestro entorno, otros miedos comienzan a instalarse. La cultura, la época que nos toca vivir y nuestras experiencias personales nos van enfrentando con situaciones que nos hacen experimentarlos. Pero no todos vivimos las emociones de la misma forma y con la misma intensidad, aun tratándose de la misma situación que la produjo. La forma de reaccionar, el tiempo que se permanece en el miedo y sus consecuencias, son particulares para cada individuo y eso es importante entenderlo y respetarlo.

 

Sentir miedo: ¿es malo o es bueno?

Por mucho tiempo se ha considerado el miedo en los seres humanos como una debilidad, pero lo que realmente ocurre es que nos pone frente a frente con nuestra vulnerabilidad. El miedo en la mayoría de las circunstancias es necesario. En principio nos paraliza y detona en nuestro cuerpo una serie de reacciones fisiológicas, pero esto no es más que una respuesta natural que nos permite fijar la atención en el estímulo que lo ha desencadenado, para evaluar los riesgos y así poder accionar estratégicamente.

El miedo se vuelve una emoción negativa cuando lo que finalmente logra dejar en nosotros es una sensación de pérdida, preocupación, malestar (2) o tal vez frustración. Estas sensaciones pueden permanecer por largo tiempo, incluso cuando el evento desencadenante del miedo ya no está.  Como consecuencia, la experiencia vivida deja en nosotros la incapacidad para vivir la cotidianidad y avanzar hacia las metas que se supone deseamos alcanzar.

 

¿Qué hacer con nuestros miedos?

Mucho se habla acerca del miedo y cómo superarlo. Lo importante es entender que el miedo nunca desaparecerá totalmente de nuestra vida, puesto que en ella se irán presentando situaciones impredecibles y sobre las cuales no tenemos control. Cualquier evento desconocido, que no necesariamente es malo o desagradable, puede hacernos sentir miedo.

El asunto está en cómo actuar frente a los miedos. El miedo nos obliga a detenernos, para evaluar la causa. En algunas circunstancias convendrá alejarse del estímulo que lo provoca, simplemente porque éste puede poner en riesgo nuestra integridad física y/o emocional. En otras, ese miedo que sentimos no tiene un estímulo físicamente presente, puede estar inserto en forma de temores como consecuencia de nuestras vivencias, cultura, creencias o producto de nuestra educación, o simplemente forma parte de un evento vivido en el pasado. 

Cuando nuestros miedos tienen consecuencias directas en nuestro desenvolvimiento, impidiendo que nos relacionemos satisfactoriamente, que alcancemos metas o nos privan del disfrute de las experiencias más sencillas de la vida, se hace necesario reconocer que somos seres frágiles, pero lo suficientemente valientes para buscar el apoyo que nos conduzca a comprenderlos y a hacer el trabajo necesario para poder superarlos.

Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido. Ahora es el momento de comprender más, para temer menos.

Marie Curie (1867-1934) Física francesa.

 

Referencias:

  • ¿Para qué sirve el miedo? (2015, junio 25). Psicologiaymente.com.

https://onx.la/22e19

(2) Emoción Miedo. (2017, abril 20). Discapnet.  https://onx.la/fa150