Memorias de una santiaguina viviendo en el sur de Chile…. / IG @santiaguina_perdida_en_el_sur
Y ha terminado agosto y damos gracias de haberlo pasado. Recuerdo que mi mamá iba a un club del adulto mayor en Santiago y hacían fiesta por haber pasado el mes, así que creo que lo implementaremos; pero en realidad todos estos meses son solo un preludio a uno de los meses más importantes y más cortos del calendario. Desde el primero de septiembre se huele el humo, la carne y los seres en estado de intemperancia, son parte del paisaje cotidiano.
Los chilenos nos ponemos en modo hiper-foco sobre la comida y la bebida, que es digno de análisis para medir el nivel de ansiedad y necesidad de desconexión con el trabajo y la vida diaria… que daría para una tesis psicológica.
Este mes no está hecho ni para tomar decisiones ni para proyectos importantes, todo se analiza después de las fiestas y este año tenemos 5 no despreciables días de fiestas patrias. Pero antes de eso – para los que somos papás – tenemos que conseguir donde sea y como sea la vestimenta, escuchar los eternos mensajes de whastapp de apoderados que no recuerdan la información de donde se mandará hacer la falda larga de azul rey o de cuanto es la cuota para las fiestas. Nunca falta la mamá amargada que los bloquea y anda perdida porque no sabe que pasa en el curso ni cuando son las reuniones ni la cuota… esa soy yo.
Creo que de los meses, septiembre es el más corto, estresante, embriagante de todos y definitivamente, uno con tanto estrés no puede con el cuerpo y me dejo tentar por todo lo que se me va acercando a las manos; empanaditas, anticuchos y cuanta delicia existe en estos lugares. Además, hay que admitir que acá en el sur se esmeran porque la empanada quede sabrosa, gordita y rica, el olor a asado en todos lados y definitivamente la meta de un verano sin polera se aleja cada vez más y más… ¿Cómo va hasta ahora su planeación de las fiestas?